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10 Has sido mi Dios desde el día en que nací;
    cuando salí del vientre de mi madre,
    fueron tus brazos los que me recibieron.

11 Así que no me dejes,
    especialmente ahora que el peligro está cerca
    y no tengo a nadie que me ayude.
12 Mis enemigos me han rodeado como toros fuertes;
    toros fuertes de Basán, listos para atacarme.

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